viernes, 27 de julio de 2007

Sobre la vida contemplativa: la espada y la pluma

Se acaba Julio, mes para la esperanza, mes para la reflexión interna y para la creatividad.
A lo largo del camino piensas que tus pies son los primeros que pisan la tierra que tienes delante. Y no es así. Cuando sales de tí y miras al suelo, te das cuenta de que hay huellas de gente que lleva andando infinitamente desde el comienzo de los tiempos.
Habiendo terminado el taller de escritura creativa puedo decir por primera vez en la vida que soy feliz. Soy un agotado y feliz ser humano.
Y escribo.
Escribo porque me gusta. Porque siento el parnaso a través de mis dedos y las musas campando por mis neuronas. Y con eso me conformo.
A mi lado, a lo largo del curso, mis maravillosos compañeros que dan vida a la frase "de cerca, nadie es normal". He aprendido junto a vosotros que la mejor forma que tiene la envidia es la admiración. Admirar a aquel que ha hecho algo grandioso, genial, original como parte de la gran obra que es la humanidad.
Y también es tiempo para el amor más puro: la amistad.
Cuando ves que el caballero al que has escudado durante cuatro años abandona para ser requerido en hazañas mayores, es cuando te das cuenta de que la vida fluye y fluirá "everything will flow". Recuerdas todo lo que te ha enseñado, lo que te ha respetado y lo no respetado y, aún así, no puedes evitar ese sentimiento de culpa por abandonarlo, aunque sea él el que vuele por voluntad propia.
Sólo te queda, como consuelo, la sensación de que escudando a tus héroes, has puesto tu miguita para que el mundo sea mejor. Esta vez, Mio Cid, qué buen caballero has sido por tener un buen señor.
Y ver a un amigo en lo más alto, como es Sergio Gutiérrez, te hace pensar en que el mundo siempre tendrá su parte buena que combatirá al yan inevitable de nuestro universo.
A los dos os deseo lo mejor. La mejor manera de ser fieles a vuestra amistad es dejandoos mi puerta abierta a la que espero que acudais en busca de lo que habeis sembrado: Buena amistad.

Yo, mientras tanto, sigo andando mi camino.

miércoles, 18 de julio de 2007

Licenciado

Acabé uno de mis grandes objetivos.
Soy licienciado.
El mundo ahora se vuelve a abrir ante mí. Vuelvo a ser un ser nadando en el océano de dudas. El camino ahora llega a un bosque y se difumina entre la maleza. Es momento de trazar un nuevo rumbo.
¿Hacia dónde iré?
Quizá sea tiempo de disfrutar un poco. Sentarme al pie de un árbol y pensar en lo caminado. Fundirme con la naturaleza. Hablar con ella. Salir del pasto y mirar el prado. A veces la vida te enseña tu camino, pero no queremos andarlo, nos resistimos al universo. Somos egoístas. El mundo también nos reclama y debemos oir su llamada. Yo por lo pronto visitaré Noruega y Suecia para conocer el comienzo de la cultura nórdica, empaparme de Odín y de Thor, danzar con la Walkirias cual Wagner tempestuoso...Para más tarde abordar navíos turcos cual Miguel de Cervantes mancebo, visitar Constantinopla, visitar la última Roma y bañarme de las esencias de la cultura musulmana.
Quizá ahí esté el nuevo principio.
El universo y yo.

jueves, 5 de julio de 2007

El comienzo del verano

Recuerdo una canción muy triste del Dúo Dinámico que, según me decían, cada vez que sonaba hacía llorar a los jóvenes de la generación de los 70. Yo no comprendía como una canción tan bonita podía ser tan triste, pero el tiempo me lo dijo.

Aún recuerdo esos veranos de campamentos en los cuales yo me desarrollé como persona ante un mundo carente de mis progenitores. El experimento funcionó y creo que de lo bueno que tengo como persona, se lo debo en gran parte a la decisión de llevarme a esos pequeños mundos estivales.

El lado oscuro venía con el final. El final del verano. Así comenzaba la canción. Y no era oscuro en sí pues a mi me apasionaba volver al colegio y comenzar asignaturas nuevas, aún recuerdo cuando dí mi primera clase de inglés y de francés. El lado oscuro lo veo ahora que no hay finales de verano. El tiempo ya no se divide en vacaciones si no en ilusiones. Y eso se echa de menos. Decía un filósofo que no debemos añorar el pasado pues estábamos trabajando por lo que somos en el presente.

Recuerdo también esos amores fugaces, enamoramientos a corazón partido que me hicieron escribir mis primeras líneas fuera del colegio. Esas cartas que nunca entregué a mis antiguos amores. Sí, fui un romántico: Igual que ahora busco el equilibrio en mi vida, hubo un tiempo que dependí de los vaivenes emocionales. Podría hacer una lista larguísima de las chicas de las que me he enamorado a lo largo de mi vida, si, enamorado, no encaprichado.

Ahora precisamente que he conseguido la frialdad y cierto equilibrio, la vida vuelve por sus fueros y añora esos momentos. Pero, como decía el poeta, "al volver la vista atrás, se ve el sendero por donde nunca volveré a andar".