martes, 19 de agosto de 2008

Buscandome en Ibiza



Hace tiempo que escribía con la esperanza de poder vivir la letra de la canción de Ismael Serrano "Si se callase el ruido".

En ella se decía que si todo estuviera en silencio podríamos oír cosas tan simples como la lluvia caer. Una bella metáfora de que, a veces, deberíamos sentir más todo lo que nos rodea, en vez de cubrirnos con la capa de el Ego que tanto daño nos hace si es mal usada.

Quizá eso me sucedió en Ibiza, unas vacaciones que comenzaron como un pequeño "Island trip" de escapada de nuestra rutina para conocer mundos nuevos y sensaciones nuevas. Lejos de lo que se ve en los documentales, la isla Ibicenca se apoderó de mi ser y me llevó en volandas. No sé si la montaña se acercó a Mahoma o si fue al revés, en este caso. Pero tal y como dijo una buena amiga, "te va a sentar bien". Y así fue.

No sé si es el aire, no se si es premeditado, pero ya estaba cansado de tener que buscar el encanto de los sitios y este año me he propuesto dejarme embriagar. Hubo fiesta, si, hubo risas, también, hubo culto al cuerpo femenino (para qué engañarnos, también) pero también hubo otras cosas: imaginar a los barcos corsarios Ingleses bombardear la ciudad, mientras las cañoneras de la muralla respondían. Las fiestas marineras a pie de puerto, los atardeceres mágicos que empañan la isla y que remontan a las novelas de Patrick O´Brian en las cuales Jack Aubrey se sube a uno de las jarcias para observar el horizonte, la silueta de los veleros, las motos por las carreteras de Formentera rodeados de Azul, a lo Medem, la ciudad de San Antonio, con su taberna donde un Bonachón camarero se jugaba a los dados la ronda con los jóvenes visitantes ante la atenta mirada de un viejo lobo Inglés que no dejaba de beber vino, y la raza preferida de Lorca palmeteando, y llenando de color la noche...

Son tantas sensaciones, tantas reminiscencias a todo lo leído, oído, visto, aprendido...no sé...quizá sea yo.

Quizá no.

domingo, 10 de agosto de 2008

Juegos Olímpicos


Venciendo la sobarrera que me entra siempre en el mes de Agosto, me animo a escribir. Necesito sacar de mis adentro todos los miedos (todas las dudas) que por esto lares me acechan. La vida me ha dado un año de preparación y tregua antes de lo que puede significar el desembarco más importante de mi vida, mi emigración al extranjero a mejorar mi currículo y definirme en lo que soy.

Quería comenzar lamentándome de estar al igual que el año pasado en estas fechas, cuando había acabado recién la carrera y tenía que tomar decisiones. Inquieto, ansioso, irascible, cansado, desmotivado pero con la necesidad de dar pasos...etc

Y me encuentro de bruces con los Juegos Olímpicos de Pekín. Gente que se ha preparado durante cuatro años para un salto, una carrera, un partido, un duelo... y que depende de una mísera enfermedad, un control antidopaje, un vuelo mal hecho, una gastroenteritis, para mandar a tomar por saco todo.

Es entonces cuando me siento un tonto. Un imbécil egoista y afortunado, atrapado en su propia ambición y su propia pedantería. Me preocupo por un año que puedo pasar en el extranjero como si eso fuese la meta... de verdad, qué gilipollas soy a veces... y caigo en la cuenta que los Juegos sólo son la excusa, la trinchera en la cual luchar, que tiene quien se quiere dedicar a lo que ama. Para llegar a los juegos hay que pasar por muchos entrenamientos diarios, sacrificios de placeres naturales de las edades en las que se compite, lesiones, campeonatos del mundo, viajes etc...y todo para simplemente una cosa: Disfrutar.

Y eso es lo que quiero hacer este año, desde que la vida me dio ese susto que a todos nos acecha, me he dado cuenta que lo importante no es la meta es el camino, pero que sin meta no hay camino.

Curiosamente desde que programé este viaje de estudios y comencé a luchar por él, todo ha ido viento en Popa, cumpliendo los objetivos del año, y encontrando sorpresas que ahora forman parte de mi vida y que aumentan hacen brillar la belleza que me rodea.

Os iba a contar que no sé si trabajar este año mientras hago el doctorado, si estudio Inglés a saco, si empiezo a preparar la tesis, si empiezo a... y ya me veo sacando el cuaderno de las decisiones, el de las columnas de los pro y contras...pero...

¿Por qué no preocuparme de disfrutar mientras hago todo eso?

El libro " La ley de la atracción" de Michael Losier, que me han regalado hace poco cuenta que todo empieza a salir bien cuando te rodeas de vibraciones positivas, de gente y cosas que te gustan y que sabes que te ayudan, mientras vences las dudas que te rodean enfrentándote a ellas...

Estoy esperando a que se encienda la antorcha.