domingo, 15 de abril de 2007

Se avecina tormenta, tras unos días en Gandía disfrutando de algunas de las cosas buenas de la vida, oscuros nubarrones acechan, oscuros nubarrones que hacen que el camino se vea despues más claro, pero lleno de barro.

Son días de política mezclados con futuro personal, final de una carrera de cinco años y cinco cursos, y muchas decisiones que tomar. Días en los que no se puede reflexionar. Así como el caminante encoge los hombros y se mete tras el chubasquero para seguir andando. Porque sabe que no puede parar. Detenerse es igual a calarse y no avanzar. Como os dije no hay vuelta atrás.

En los momentos difíciles es cuando amigos inesperados surgen de las sombras. Amigos que te echan un cable milagroso y salvador. Roberto,Fernando, David, Javier, Miguel... entre otros son gente que en los momentos más algidos dejan surgir el ser humano social y compañero y a pesar de estar en su propio andar tienen un momento para mirar hacia atrás y ver que te has quedado un poquito rezagado.

Gracias a todos

Es el momento de hablar de mis verdaderos impulsores de mi ser. Mis padres. Mis guías. Mi aliento. Mi faro. En definitiva: Mis padres. Vivir es apreciar lo que vas dejando en el camino. Cada vez que me alejo un poco de ellos siento un vacío terrible. Pero sé que debo vencer ese vértigo. Pues ellos son los que me están enseñando a volar. Os quiero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Quién fuese Supermán para no temer el abismo, eh? Por suerte siempre hay gente que te enseña a volar y te ayuda a seguir avanzando en el camino y a levantarte una y otra vez. No seríamos capaces de llegar tan lejos si no fuese por ellos,no?