domingo, 5 de abril de 2009

Karma


Escribo en una de esas tardes de domingo primaveral, de largo atardecer, lleno de paz, solo en mi casa. Puede que sea un mecanismo de autodefensa, o simplemente un producto de largas lecturas de poesía basadas en el sosiego, tranquilidad, de los campos de Castilla al final de la semana.

Recuerdo esos atardeceres en mi niñez, en los cuales el perfil de las encinas, olivos se desdibujaba poco a poco tras el rojizo cielo, que se cernían sobre nuestras cabezas mientras volvíamos de alguna excursión familiar a la sierra o cualquier rincón del mundo. La música elegida o el carrusel deportivo daban banda sonora a dicha escena y me jugaría un dedo a que si me viera desde un plano medio, estaría mirando ensismismado a través de la ventanilla con la seguridad de que mis padres iban delante comentando algún problema y mi hermano a mi izquierda leyendo EL PAIS SEMANAL. Se trata de otro de esos momentos que llamo de La eterna primavera, parecido al que os contaba la pasada edición que resultó en la noche nevada de Notting Hill.

Y el mundo pasa ante mí. En una época de decisiones (¿cuál no lo es?), delante del abismo continuamente, sintiendo miedo, sintiéndome débil, sintiéndome perdido... es tiempo de cambio, es tiempo de crisis (que en griego significan la misma cosa). Lo sé. Lo veo. Son tiempos de corazones encogidos, sudores fríos, contestaciones a destiempo, paciencia finita, nervios, desconfianza, sensibilidad, lagrima al borde del vaso. Y tiene que ser así.

Cuando la tormenta pase, y tal y como expresaba Salinger al final de su libro "El guardián entre el centeno", a pesar de todo, echaré este tiempo de menos y lo veré como un tiempo pasado mejor. Veo a Obama dando la mano a mi presidente, veo que la paz llega, o al menos otro tipo de guerra. Veo bancos que deben decir "basta ya". Otros que ya lo han hecho. Veo a mi equipo en persecución deseperada por la liga. Veo a mi tenista favorito perdiendo por causas mayores. Veo que el mundo no me espera, ni que yo tenga ganas de esperarlo. Veo a todo el mundo pendiente de la aparición de un cadaver de una niña, cuando han muerto treinta en nuestras playas.

Ahora más que nunca, es tiempo de dudas y "para cada duda, un tequila" por favor.

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