martes, 28 de agosto de 2007

La vida del caminante a su paso por el infinito

Primero a Suecia con mis padres y mi hermano, las tierras de ensueño, el verde infinito, los prados que nunca acaban. Estocolmo, una ciudad llena de vitalidad, simpatía.Pippi Calzaslargas y sus amigos por todas partes.
Ver a mis padres como niños, disfrutando del viaje tanto o más que yo. Disfrutar de la naturaleza en estado puro.
Luego Noruega, la tierra de las hadas, los cuentos, las aventuras, los vikingos.Viajar por un fiordo escuchando solo el ronrroneo del motor y los cantos de las diosas del Valhala, Imaginar a esos grandes viajeros de vuelta, arropados por la niebla y las caras frias de sus familiares. Dormir a los pies de un lago, de agua cristalina, tocar el glaciar más grande de Europa. Oslo, la ciudad dentro de un bosque, un lothlorien a lo moderno. Rivendell en estado puro, el paisaje que rodeaba al glaciar.Los paisajes que nos acompañaron a lo largo de nuestras épicas y mitológicas lecturas. La tormenta que nos pilló en el barco y que mi padre y yo aguantamos en cubierta (Odín estaba cabreado). El buen rollo con la gente de la excursión...tantas y tantas cosas, que serán contadas más detalladamente... en otra ocasión. Estocolmo, Amal, Lom, Oslo, Bergen, Olden, Lillehammer...etc
Los fiordos, la maravilla de la naturaleza número uno que yo haya observado.
Tocó el turno de cambiar de compañía para la nueva aventura, Richi, Rober, Javi y Fernando, un coche, un avión a Eindhoven, un GPS que estaba un poco alterado.
Amberes, Bruselas, Brujas, La Haya, Rotterdam, Delft, Amsterdam, Eindhoven y no sé si me dejo alguna pues el cacao mental es impresionante. La Macarena en Amberes (¿los diamantes?), El parlamento Europeo, la Plaza antigua, el concierto de música clásica en la gran Desconocida Bruselas. La belleza, las bicicletas, los molinos, los mejillones, las iglesias, los que creen que les invaden los españoles otra vez, la lección rápida de fotografía, la cañita y los berberechitos de Rober, el Sol de España y la lluvia de Bélgica, las patatas fritas.
La Haya, con su Residencia presidencial, con la ciudad en miniatura de Madourodam, con sus aparcamientos de miles de bicicletas, su romántica playa llena de gaviotas, libertad y españoles osados de bañarse en su mar del norte. Rotterdam, con su oscuro pasado y brillante presente, sus construcciones, sus diseños, su poca marcha, su paseo marítimo sin mar, con Abbey y la otra inglesa de cuyo nombre no me acuerdo (¿Virgi?), la habitación de los trabajadores.
Delft, con su humilde belleza, los paseos de Vermeer, sus iluminaciones a los cuadros... los cisnes asesinos, el mercadillo de los miércoles...
Amsterdam.
Amsterdam es otro mundo, el tiempo se para. Una ciudad dedicada a las pasiones humanas, a los sentimientos más profundos y ancestrales de la condición animal del "sapiens". Las prostitutas del barrio rojo, los cofee shops, los cabreos derivados del cansancio acumulado, la plaza Dam esa gran desconocida, el español triunfador del restaurante, el paseo en barca, el museo van gogh y las audioexplicaciones, Lindy.
Lindy, la cosa más bella que he conocido en este ancho mundo, simpática, preciosa, un poco ebria, Neo Zelandesa, debería estar borrachísima pues no paraba de hacerse fotos conmigo... en fin. Se tuvo que ir pronto.
Y la soledad de Eindhoven que nos despidió.
Ahora es tiempo para preparar la batalla del año.
Un abrazo a todos los que han conseguido que sea muy feliz durante estos quince días maravillosos.
Nos vemos en la próxima.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me matarás de la envidia (sana, por supuesto) que te estoy teniendo...¡Me conformo con ver el año que viene la décima parte de lo que tú has visto este!

Daniel Gomez dijo...

Me gustaría haber visto todo lo que verás hasta que cumplas los 27 que a veces se te olvida!jajajaja Un besote enorme Monique. Disfruta de lo tuyo que igual es lo que antes deseabas. Y lucha por lo que ahora deseas.

Anónimo dijo...

Abbey, Lindy... si te digo que te tenías que haber ido de erasmus me vas a matar??...