domingo, 9 de diciembre de 2007

Diez años no es nada


Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La quieta calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrella
que con indiferencia hoy me ven volver.

Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenan mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo lo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.

No conocía yo la preciosa letra de esta canción que da vida a la película Volver de Pedro Almodóvar. Hasta que me dio por escuchar a Estrella Morente. Una canción que te pone el vello de punta.

Puedes aplicarla a muchos momentos de tu vida, pues dicen que es un camino continuo de vuelta a la niñez. No sé. En mi caso cobra todo el sentido por los días que me han tocado vivir: por circunstancias de la vida vuelvo al nido. En este caso es una vuelta especial, si es que llega a la categoría de "vuelta". Pues al año siguiente de irme a Madrid a estudiar, mis padres mudaron su residencia a la primera casa que tenemos en propiedad ( si el señor Euribor nos lo permite).

Cuando iba en el coche de mi hermano, y las luces de la noche surcaban con su estela la ventana en la cual me reflejaba, a mi y a mi mirada al infinito, me sonaba la canción en la cabeza de una forma inusual. Volver, con la frente marchita...

Siempre me he tomado los cambios de manera positiva como una manera de evolucionar. Muchas veces los eliges y otras no. El torrente es imparable y debemos mantenernos a flote. El camino toma un desvío inusual pues el camino marcado está vallado. Pues nada, a cambiar el rumbo.

...y en Madrid seguiría lloviendo, triste como la dejé...

(Ismael Serrano. Vine del norte. La memoria de los peces)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dani hijo, parece que te has ido a 5000 kilómetros y que nunca más vas a volver a Madrid... míralo por el lado bueno, no harás la comida, la cama, la ropa aparecerá planchada y lavada, etc...

Anónimo dijo...

Vuelve a Ítaca joven Ulises, vuelve. Volver es una ilusión, todo ha cambiado en la ciudad y en sus moradores, ni siquiera tú eres el mismo. Lo que tú llamas volver es otro meandro del destino, vuelves pero ya nada es igual, vuelves con el respeto que mereces porque venciste los obstáculos que te marcó la fortuna.

Pero no ha terminado aún tu camino, tensarás el arco, lo dispararás, tu pulso guarda el sino de la diana.