domingo, 20 de diciembre de 2009

Suspiros de Suecia


Acabo de despertarme, tarde, en la casa de mis padres, mi casa, y todavía no sé si estos cuatro meses han sido un sueño. He cambiado los fríos nórdicos escandinavos por el sol diurno de España y las heladas nocturnas de la ciudad que me acoge, al menos durante tres semanas. Aunque este parón es engañoso pues tengo que seguir en la brecha con los trabajos del máster, me ha dado tiempo a observar cosillas en el mundo. Que tampoco está mal, de vez en cuando.
El caso es que, recuperado ya del Jet Lag o shock hispano, como yo llamo a esa sensación de que vuelves a casa pero no sabes cuál es tu casa, me apetecía escribir una entradita.

La verdad es que se hacen duras las despedidas. A mi me causan repulsión. Las odio. Especialmente esas en las que sabes que no verás a la persona nunca más. Siempre creemos en el más allá, nos lo han inculcado desde pequeños con el rollo del cielo, el infierno y esas movidas... pero desde hace tiempo decidí dejar de engañarme a mi mismo. Y la verdad es que es liberador. Pues así de repente se nos van gilipolleces de un plumazo. Probad a estar seguros, de que cuando se muera la persona querida no las vais a ver, verás qué rápido perdonamos, comprendemos, toleramos...

Así ha pasado con un grupo de gente a la que nunca olvidaré, hasta que el alzheimer me separe. Decía una amiga mía extrajera que siempre la recordaré bien porque cualquier tiempo pasado fue mejor (mi amiga es alemana y no sabe que eso ya lo escribió un tal Jorge Manrique en el siglo catapúm en mi país y que es lo que primero nos enseñan en la escuela). Y estoy de acuerdo, pero no es lo mismo estar harto de una cosa y que te dure años hasta que la eches de menos a que en el momento de la despedida, el segundo +1 de la marcha, ya estés con lágrimas en los ojos. No. Es un buen termómetro de la felicidad...el tiempo que tardas en echar de menos algo.

Os puedo asegurar que en el viaje de vuelta del aeropuerto a mi casa, casi no pude intercambiar palabras con mis padres, estaba todavía en Suecia, estaba todavía hablando in inglés con mis compañeros internacionales, estaba todavía llorando por dentro, tal y como me inculcaron. Espero poder disfrutar estos días sin tener en mi boca Suspiros de Suecia

4 comentarios:

gmoraleda dijo...

Enorme, como siempre.

Fdo. Mr Nosequehacerconmivida.

Peter dijo...

Muy bien Dani.

Espero que esto no sea sino el principio de una gran aventura "bloggera".

Saludos,

Peter

PD: Felices fiestas

Guillermo García Lapresa dijo...

Yo de verdad que debo ser un puto insensible, porque parece que soy el único que está a gusto en España...

Daniel Gomez dijo...

No es un tema de insensibilidad, yo estoy a gusto en España pero no me apetece estar "a gusto", mi cuerpo me pide aventura, y estar con la gente de Suecia es una de las más grandes. Todo soldado acaba echando de menos la guerra tarde o temprano. Por desgracia.