martes, 11 de mayo de 2010

Cosmopólita

Dígase del griego "ciudadano del mundo".

Así me siento yo cada mañana que voy a clase en esta mi aventura. El reloj suena, la alarma me saca del sopor de la mañana luminosa. Aquí en Mayo amanece a las 3 y media de la mañana y anochece a las diez, apenas cinco horas de oscuridad. Como venciendo a la larga noche de invierno, volviendo loco el sentido del tiempo humano y efímero.

Ayer me quedé viendo una película hasta tarde, como siempre en dos partes, anoche conseguí acabarla. No es el tiempo libre el que abunda en esta sociedad del ocio. Estoy dormido, doy vueltas y finalmente me levanto. Las ocho y cuarto. Necesito diez minutos de ducha rápida, cinco de secador, cinco para vestirme y ordenar las cosas que me llevaré a clase. Pierdo el autobús, como casi siempre, por intentar comprobar si la puerta estaba bien cerrada. Decido ir andando. La universidad está apenas a diez minutos a paso rápido, a través de bosques verdes que huyen del duro invierno y asoman retoños en sus ramas.

Un café por favor, antes de entrar en el aula. Lo cual me hace llegar exactamente a las nueve horas y diez minutos, diez minutos tarde de la hora. Tengo excusa, soy español. Y cuando atravieso el umbral con mi café humeante las sonrisas de mis compañeros y profesora hacen que me sienta perdonado. Caemos bien por estas latitudes, no sé por qué pero es así. Los españoles siempre sacamos una sonrisa a los demás. La distribución es de una mesa ovalada y todos sentados alrededor como si de mesa artúrica se tratase. Me siento al lado de mi compañero noruego Jens, y a la derecha de Joice, una pizpireta brasileña. En frente mía, Tobias el alto, fuerte y simpático alemán bávaro, Anja alemana morena con ascendencia Búlgara, Sandra una guapa rubia importada de Viena, Ani, directamente de Armenia, Despo una Chipriota que lucha por que no la llamen griega, Ling y Lamia, los dos ángeles que me sacan de más de un apuro, China y Marruecos en la delantera, Alexandra y Sonja dos bielorrusas que cuesta sacar una sonrisa, Nick, el canadiense, y mi compañero español y algo perdido en el asunto, Juanín, de la málaga campechana.

Charu, nuestra profesora india, me observa mientras desembartulo todo el petate, y abro mi flamante MacBook Pro que me costó un mes de trabajo por toda España durante unas elecciones europeas. Mientras me pregunta si "all is ok", si todo va bien, con una mirada tierna. Para cambiar su gesto súbitamente y comenzar a explcarnos los riesgos de la globalización. Charu se enrolla más que las persianas pero la adoro, al igual que mis compañeros, antes de la pausa del café, exponemos cada uno nuestros artículos, preparados con ahínco días antes. Artículos contenidos en libros de autores contemporáneos e investigadores. Mientras, fantaseo con múltiples investigaciones, congresos, charlas en las que encandilar a la gente en inglés...

En mi portátil, siempre la pestaña del Google Translator pues mi inglés, aunque avanzado, todavía no es total, ni mucho menos. Ya han pasado tres horas. Al volver de la pausa, Charu nos pide un momento de silencio y meditación, que según ella es necesario todos los días. Yo algo he leído de filosofía zen y no me pilla por sorpresa. Lo hago encantado.

La clase termina, el sueño se ha disipado a pesar de haber dormido sólo cinco horas, me entran ganas de ir a la biblioteca y coger infintos libros, hacer infinitas teorías de la comunicación intercultural. Encima es un día precioso, pero al final me quedo a almorzar a eso de las 13 horas con mis compañeras de siempre Joice, Ling y Lamia. Hoy por sorpresa se nos une Jens y Sandra, el noruego y la rubia austriaca. Bonita mezcla. Puro cosmpolitanismo...

Y hay gente que me pregunta si echo de menos España... yo soy del mundo, amigo mío, hoy más que nunca, menos que mañana.

4 comentarios:

JaviRobles dijo...

son muchos los que han seguido tu camino y muchos los que lo seguiremos.... bonita descripción de tu mañana que me ha hecho recordar tu uni, ese camino boscoso hacia ella, la biblioteca.... disfruta de ello

Daniel Gomez dijo...

Siempre serás bienvenido a tu casa, el mundo, compañero del alma, compañero.

David Rodríguez García dijo...

Sí, bonito. Mola.
¡Qué grande Google Traductor! ¡Je, je!

Peter dijo...

Qué decir que ya no sepas....qué bien me caes mariquita!