lunes, 12 de mayo de 2008

Morir de Amor


Menudas vueltas que da la vida de un caminante en movimiento.

Andaba yo y otra caminante intrépida por Tierras de Castilla, como cantaría Antonio Machado, hacía un día ambiguo pero precioso de esos días artísticos que igual la lluvia pinta como colorea el sol. El escenario era una aldea medieval que responde al nombre de Covarrubias, cuyas fotos os adjunto.

"Por aquí se encuentra la estatua de una princesa extranjera que vino a vivir a España" Oyeron mis oídos.

Voló mi mente a las tierras nórdicas en viaje astral, y me vi en Oslo, capital de Noruega, este verano, junto a mis padres. Yo en primera fila, como siempre, escuchando a la guía hablarme de los reyes vikingos cuando comienza a hablarnos de una bella mujer noble entregada al Rey Alfonso X el sabio de Castilla, su tono se volvió triste, pues triste era la historia.

Kristina de Noruega fue entregada en unión matrimonial al rey de Castilla pero en el trayecto, el Rey se lo pensó y renegó de ella para entregársela a otro marido que no la hizo feliz. Murió cuatro años después, dicen que de pena, pero que el pueblo la quería por su sonrisa eterna.

En las postrimerías del tercer milenio, casi mil años después, el sol bailaba entre las hojas de un bello jardín cubierto por árboles grandes que dejaban un claro donde reposaba una estatua.

Por la intuición supe que era ella.

Y allí estaba, con su sonrisa tristemente melancólica.






Fotillos de Covarrubias

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