lunes, 10 de marzo de 2008

Despertares


Anoche tuve un sueño que duró cuatro años.

En ese sueño yo era una niña a la cual sus hermanos le hacían culpable de todas las desgracias del mundo. De cada muerte, de cada accidente, de cada catástrofe natural, de cada guerra, de cada atentado terrorista, de cada enfermedad, de todo.

La niña sólo podía seguir yendo al colegio y aprobando sus asignaturas, cumpliendo con su obligación, pero por las noches, cuando nadie la veía, lloraba y lloraba desconsoladamente. Siempre convencida de que no tenía amigos. Tales acusaciones comenzaron a hacerle mella y empezó a sentirse causante de todos los males que pasaban a su alrededor. Eso la creó un sentimiento muy grande de culpa pero, a la vez, generó en su ser una cualidad humana extraordinaria: La responsabilidad.

Como todo adolescente maltratado por sus compañeros, generó una capacidad para reconducir los problemas eludiendo el enfrentamiento directo, agudizando su astucia, solidarizándose con aquellos que habían sufrido igual que ella, generó la personalidad del líder democrático. Dispuesto a hablar con todos, pero firme en sus convicciones, abierta a cualquier propuesta pero vehemente en sus disertaciones.

Comprendió así la mejor naturaleza del ser humano, la de la creatividad. La de la aportación de los demás como un conjunto dirigido por un viento de intenciones que quedó reflejado en las urnas.

Así, cuando despertó, sudorosa y asustada, se dio cuenta que esa pesadilla había pasado. Y que su sonrisa brillaba con menos fuerza, pero con más intensidad, madurez y constancia. Siempre preparada a cualquier cambio.

La niña había crecido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

la guerra que ha dado la niña jejeje; por cierto, solo postearte para decirte que tu querido Gallardón me ha decepcionado hoy; era una cosa que esperaba pero hoy lo ha dicho, se ha claudicado y no abandona ni el ayuntamiento ni el PP. Me parece que va de progre delante de las camaras pero lleva la misma careta que Rajoy y demás.

bss

Sasian dijo...

Sólo esperar, desear, soñar, que esa famosa niña crezca, se convierta en una mujer que pueda amar con y en libertad, pensar con independencia, disfrutar, sonreir e inventar...
y que todo el sentimiento de culpa anterior se convierta en fuerza y pasión.
Pasión por la vida