sábado, 8 de marzo de 2008

Marzo Sangriento


Isaías, compañero, desde mi humilde espacio me veo en la obligación de honrarte. Dicen que eras hombre bueno. Nunca lo sabré. Dicen que te han asesinado. Nunca lo sabré. Dicen que eras socialista. Eso nunca lo sabré.

No lo sabré porque ya no me lo vas a contar. Me lo contarán tus hijas, me lo contará tu mujer y tu madre. Me lo contarán tus amigos...a pesar de su sufrimiento. Pero tú ya no. Tu ya no estás.

Una bala. O dos. Un gatillo, una mirada carente de sentimientos o de sentimientos encontrados fue lo último que te vio con vida. Para cuando tu niña quiso verte, ya estabas montado en la barca, camino del hades o la tierra de los muertos.

Nace en mí el odio, la repulsión, la sed de venganza, el ver a esos asesinos sufriendo para que sepan lo que significa apagar una vela cargada de vida.

Pero pienso en ti y en la gente que hemos abogado por hablar con los que te han asesinado y pienso que si me dejo llevar por los sentimientos, tu vida no habrá tenido sentido.

Al igual que en ti, pienso en todas las personas muertas antes de tiempo, si es que existe un tiempo para todos. Y me guío por las palabras de Hemingway: puesto que todos formamos parte de la humanidad, no preguntes por quién doblan las campanas, doblan por todos nosotros.

Un capítulo más de un marzo sangriento, como cada cuatro años.

No hay comentarios: